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Tras la derrota de la flota enjambre Behemoth en Ultramar, todas las fuerzas
imperiales disponibles en el sector fueron requeridas para efectuar la reconquista y limpieza de todos aquellos
mundos imperiales asolados por la horda Tiránida. Las duras batallas de Ultramar habían
mermado sensiblemente la capacidad de movilización de la poderosa Guardia Imperial, por lo que
era necesario recurrir a unidades más móviles para proceder a las operaciones de limpieza lo
antes posible. Sin duda alguna, las mejores unidades para este tipo de operaciones eran los Capítulos de
Marines Espaciales, pero en aquellos tiempos no eran muchas las Legiones de Marines acantonadas en el
Segmentum Última que no estuviesen desplegadas en los innumerables frentes de guerra que asolaban
la frontera Este del Imperio. Por ese motivo se decidió recurrir a la recién formada
Legión Navla. Parte de las unidades ya formadas del Capítulo fueron rápidamente
embarcadas y trasladadas al teatro de operaciones. En aquellos oscuros tiempos de guerra total, la
Legión Navla solamente había completado sus 2ª y 3ª compañías de batalla y
la 8ª de asalto, por lo que fueron la 3ª y 8ª compañías las que se enviaron al teatro de
operaciones, además de algunos destacamentos de apoyo.
Salvo pequeñas operaciones de castigo contra piratas Orkos y de vigilancia de rutas
comerciales, estas unidades apenas tenían experiencia de combate, por lo que este despliegue significaba
su bautismo de fuego. El contingente de Marines de la Legión Navla fue rápidamente
embarcado en los navíos más rápidos del Capítulo hacia su destino. Después
de varias escaramuzas los exploradores de la Flota Imperial localizaron un horda Tiránida en un antiguo
mundo agrícola, llamado Plodin III, cerca de la fortaleza Thalassa de La
Inquisición. La 8ª Compañía de Asalto, la mejor preparada para una acción de
desembarco relámpago, fue lanzada sobre el planeta y aseguró su zona de aterrizaje sin
ningún contratiempo. Aunque los distintos sensores dispuestos sobre la zona detectaban signos de
creciente actividad, no se observó ni rastro de las hordas Tiránidas que se suponía
estaban causando estragos sobre la superficie del planeta. A continuación se desembarcó el equipo
pesado y se lanzaron las primeras operaciones de exploración. Pero fue entonces, cuando las unidades
desembarcadas se vieron sorprendidas por un asalto de las fuerzas Tiránidas. Aprovechando los sistemas
fluviales subterráneos la horda atacante irrumpió en el interior del dispositivo defensivo y
llegó a la zona de desembarco, donde se libraron duros combates cuerpo a cuerpo. Rápidamente, los
Marines se distribuyeron en pequeños anillos defensivos dispuestos a rechazar el ataque. Para evitar su
destrucción los transportes Thunderhawk despegaron hacia una órbita segura, dejando
aisladas a las tropas de tierra. El grueso de las unidades se agrupó y lanzó diversos
contraataques contra la horda alienígena para intentar expulsarla del perímetro defensivo y
proceder a un reagrupamiento, dado que muchas escuadras quedaron aisladas del grupo principal. Aprovechando que
la horda se entretenía persiguiendo y destruyendo los grupos aislados, el grueso de la
compañía, junto con el material pesado, se dirigió a un promontorio cercano para construir
una nueva posición defensiva. La fuerza del ataque Tiránido reveló que se habían
subestimado las fuerzas reales del enemigo. Superados en proporciones de hasta 50 a 1, los Marines estaban
siendo cercados y a pesar de la gran cantidad de bajas sufridas, el enemigo no parecía agotar sus
recursos. Tras afianzar su nueva posición, el análisis de los datos facilitados por los
bio-escaners dejaba claro que, lejos de haberse debilitado por las bajas sufridas, las huestes Tiránidas
habían multiplicado por diez sus fuerzas, debido a la masiva llegada de nuevos congéneres, lo que
obligó a solicitar refuerzos. Desde el Mando orbital se dio la orden de preparar todos los hombres
disponibles para apoyar a las tropas cercadas. La fuerza del asalto alienígena y la rapidez con la que
ejecutaban sus movimientos sorprendieron al Mando Imperial. Varios batallones de asalto de la Guardia
Imperial fueron desembarcados sobre la zona donde se organizó la defensa de las tropas cercadas,
mientras se daba tiempo a que la 3ª Compañía de la Legión Navla se trasladase desde
un sistema cercano. |
Antes de comenzar las operaciones de asalto los cruceros imperiales proceden a un intenso bombardeo orbital
de las zonas de desembarco, para debilitar a las unidades enemigas más cercanas a las zonas de asalto.
Tras el bombardeo las naves de asalto desembarcan a las fuerzas de ataque para aniquilar a las tropas enemigas
que lo ocupaban. Gracias a la movilidad de las unidades de Marines Espaciales el grueso de las tropas de asalto
podía ser trasladado de un planeta a otro en muy poco tiempo. Sin duda el apoyo de la Flota Imperial es
imprescindible para el desarrollo de las operaciones terrestres. Cada Capítulo de Marines dispone de su
propia flota de combate, para poder así acudir rápidamente a los teatros de operaciones donde son
reclamados.
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Tras cinco días de salvajes combates, coincidiendo con la llegada de la 3ª
Compañía de la Legión Navla, cesaron las comunicaciones desde la superficie de
Plodin III. Ese mismo día se preparó el asalto y tras un mortífero bombardeo
orbital, toda la 3ª compañía junto con todo su equipo pesado fue desembarcado en las proximidades
de las fuerzas cercadas. Esta unidad estaba mejor preparada, gracias a su superior potencia de fuego, para
causar gran devastación en las filas enemigas. Gracias a la sorpresa y a la gran cantidad de bajas
causadas por los cercados el enemigo pudo ser destruido y se alcanzó la posición cercada. Pero el
espectáculo no podía ser más desolador, tras rastrillar todo el reducto sólo se
pudo encontrar, emboscados entre miles de cadáveres Tiránidos, a 9 supervivientes de la 8ª
Compañía, y los restos de las unidades de asalto de la Guardia Imperial apenas se
reducía a dos docenas de hombres. Se había llegado demasiado tarde.
El Rhino detuvo su marcha justo al borde del promontorio. Tras abrir el
portón trasero dos figuras descendieron del vehículo, una grande y poderosa, embutida en
una servoarmadura de combate y la otra de mucho menor tamaño, sin duda alguna un siervo del
Capítulo, ambas con los distintivos blancos del Apotecarión, y se acercaron al sargento que
les aguardaba junto al promontorio.
- "Saludos sargento Celfax, ¿han terminado las operaciones de búsqueda?"
- "Sí, seguidme." - Replicó el sargento, y abriendo la marcha se dirigió hacia un
pequeño montículo, desde el cuál se dominaba el paraje a los pies del
peñón.
El espectáculo resultaba dantesco. Desde su posición podían divisar docenas de
siervos del Capítulo divididos en pequeños grupos que se afanaban por buscar entre los
restos de miles de cadáveres Tiránidos. En rutinaria tarea procedían a rociar con
toxinas las cuadrículas asignadas, para aniquilar las posibles criaturas tiránidas
escondidas entre los despojos. Después de retirar los cuerpos de los defensores del Imperio,
procedían a empujar con maquinaria pesada todo lo demás a una enorme fosa en donde era
incinerado.
- "Parece imposible que nadie pueda haber sobrevivido a semejante aberración." - Comentó
el Apotecario.
- "Pero así ha sido. Sin duda la divina luz del Emperador procuró la salvación de
algunos hermanos."
Y girándose hacia al Este señaló una zona despejada, que había sido
oportunamente decorada con ofrendas y símbolos imperiales, sobre la que se alineaban centenares
de cuerpos inertes de los Guardias Imperiales y docenas de Marines caídos. Pero más
allá podía distinguirse el trabajo de varios servomédicos entre un puñado de
Marines y Guardias.
- "En el momento del desembarco logramos contactar con dos hermanos que luchaban desde los restos de su
Land Speeder. Pudimos llegar hasta ellos antes de que fuesen aniquilados por estas horribles criaturas.
Después de media hora de descargar la furia del Emperador sobre nuestros enemigos conseguimos
doblegarlos, y exterminarlos. Aunque nuestra compañía perdió 7 hermanos en la
batalla, logramos abatirlos a miles. Después los aislamos en pequeños grupos y los
sometimos al justo fuego purificador. Pero nuestra llegada fue tardía para nuestros hermanos.
Tras limpiar las zonas señaladas y exterminar a las últimas bestias alienígenas
iniciamos la búsqueda. La 3ª escuadra encontró un hermano herido entre los restos de un
Predator, en la zona de desembarco. Otros cuatro hermanos fueron rescatados sin daño alguno en el
interior de las cuevas del promontorio, donde llevaron a cabo la última defensa. La 9ª escuadra
tan sólo pudo encontrar a dos hermanos y una veintena de soldados vivos en la cima del
promontorio. El resto de grupos no han conseguido recuperar ningún superviviente. Todos los
cuerpos de nuestros hermanos caídos han sido localizados y bendecidos en nombre de Nuestro
Señor. Su sacrificio será recordado."
- "Sin duda Hermano Sargento. Su sacrificio y dolor serán recogidos en las memorias de nuestro
Capítulo."
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Lo ocurrido era un duro golpe para el Capítulo. La trágica destrucción
de la 8ª Compañía suponía la pérdida de la punta de lanza de la Legión. Pero
no hubo tiempo para lamentos, la fuerza de combate tenía que ponerse de nuevo en marcha. Los
supervivientes de la 8ª Compañía fueron integrados en la 3ª Compañía, y tras un
rápido reabastecimiento se continuaron las operaciones de limpieza en Plodin III. La noticia de
lo acontecido causó gran consternación en Navlarius. Se aceleraron los preparativos para
enviar la 2ª Compañía en apoyo de los Hermanos que continuaban luchando. Preocupados por la
debilidad del contingente disponible y ante la imposibilidad de mandar las unidades que estaban en pleno
proceso de entrenamiento se decidió mandar todas las unidades de apoyo disponibles. Escuadrones
acorazados de Whirlwinds, Vindicators y Predators, escuadras de motoristas y Land Speeders se
integraron junto a la 2ª Compañía y pusieron rumbo a la zona de operaciones. En Navlarius
sólo quedaron las fuerzas indispensables para la defensa de la base del Capítulo y continuar los
programas de adiestramiento y reclutamiento. Después de varias semanas de navegación, se produjo
el encuentro sobre la devastada superficie de Plodin III. Tras un solemne acto de homenaje a los
caídos, ambas compañías embarcaron de nuevo en sus transportes, preparadas para seguir la
campaña.
Ahora era necesario apoyar a las unidades de la Guardia Imperial que luchaban por limpiar y
purgar de criaturas tiránidas diversos planetas localizados en los lindes de la expansión de
invasión alienígena. El primer objetivo fue Baltras, donde se encontraba la matriz de
comunicación telepática más cercana a la de Thandros, que había resultado
dañada por los ataques Tiránidos. Su reparación resultaba indispensable para reactivar la
señal del Astronomicón en la frontera Este del Imperio. Se sabía que la
actividad Tiránida en Baltras era importante, por lo que se decidió no correr riesgos y
desembarcar ambas compañías simultáneamente con todas las unidades de apoyo. Las dos
compañías se repartieron a partes iguales las unidades de apoyo para formar grupos de combate lo
más poderosos posible. Tras el desembarco se detectó un movimiento simultáneo de todas las
fuerzas Tiránidas hacia la posición de los Marines. Esta vez, todas las fuerzas de Marines
estaban perfectamente preparadas para el asalto. La llegada de la primera oleada alienígena
despertó en la psique de los Marines de la Legión Navla un profundo sentimiento de ira por
lo acontecido semanas antes en Plodin III. La primera descarga de fuego al unísono de todas las
armas provocó una horrenda huella de muerte y destrucción en las filas Tiránidas, que
alimentó el ansia de venganza. Con perfecta coordinación, obtenida en los rigurosos
entrenamientos, la maquinaria de destrucción que formaban ambas compañías iba descargando
su mortal poder destructivo. Marines y vehículos procedían a un cuidadoso y meticuloso plan de
exterminio de las hordas enemigas que se abalanzaban continuamente sobre ellos. Al terminar las operaciones de
Baltras las unidades de la Legión Navla fueron desplegadas como guarnición del
planeta, para proteger la matriz de comunicación, hasta que sus defensas se reconstruyesen y fuesen
totalmente operativas. A los tres meses de finalizar las operaciones en Baltras las recientemente
formadas 4ª y 5ª compañías de batalla del Capítulo se agruparon junto a todos los
destacamentos de apoyo disponibles y se unieron a las unidades ya desplegadas en Baltras.
Cada una de las 4 compañías fue destacada en un planeta diferente, con su
propia flota de apoyo. Fueron varios años de duros combates sin descanso, ni tiempo para reagruparse,
pero al final se logró llevar el dominio Imperial a aquel sector del Imperio. Sin duda,
harían falta muchas décadas para recuperarse de los daños sufridos, pero el enemigo
había sido rechazado. Para el Capítulo de la Legión Navla había sido un duro
bautismo de fuego, muchos hermanos habían dado su vida por el Emperador, pero la amenaza fue
superada. |
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